El espacio que nos rodea es parte de nuestra identidad y por tanto es imprescindible para que nos sintamos realmente a gusto en él encontrar esa identidad y saber impregnarla en los espacios en los que vivimos.

La semiótica de nuestro espacio vital: Recuerdos y vivencias en el diseño

La semiótica estudia las formas y signos en que se construye y transmite algo. Nos da un significado ya sea intencionado o no que eleva lo que queremos transmitir y lo convierte en sensaciones. Por eso es tan importante a la hora de construir una base identitaria en el diseño.

Generalmente tendemos a asociar estos elementos aplicados a la imagen corporativa, pero ¿qué hay de lo que nuestro hogar dice de nosotros?. Cuando tenemos visitas, nuestra casa se convierte en nuestra propia imagen y dice mucho de nosotros mismos, por tanto un paso fundamental es preguntarnos por la identidad que queremos transmitir y sobre todo saber contextualizarnos dentro de ese espacio.

Partimos de la base que nuestro hogar forma parte integral del caleidoscopio que compone nuestra identidad como individuos, por tanto ha de ir unido por un lado a las experiencias vividas que queremos remarcar y por otro visualizar nuestro yo futuro y descifrar qué es lo que queremos ser.

Por tanto la identidad que le demos a un espacio debe contener por un lado lo que queremos expresar y cómo queremos sentirnos en él y por otro lado debe hablarnos en otro nivel a nosotros mismos como habitantes, ser parte de nuestro yo.

En ese sentido es muy importante contextualizar nuestro yo en el mundo en que vivimos. Transformar un recuerdo o un sentimiento en un estilo. Contextualizar nuestras experiencias en elementos que nos identifiquen como individuos aún sin que nos abran por completo al mundo exterior.

Una buena muestra de este tipo de identidad la podemos encontrar en la exposición de fotografía de Tomoko Yaneda (Fundación Mapfre, Madrid hasta el 9 de mayo) en una amplia panorámica de su obra que habla de la contextualización de conflictos en espacios descontextualizados de ese momento histórico y lo hace de dos maneras.

Por un lado fotografiando lugares que sabemos fueron históricos antaño pero que a priori hoy solo muestran un aura sombrío de lo que sucedió allí, como una imagen de bahía de cochinos en Cuba, donde hace más de 70 años se inició la revolución castrista asolada en su fotografía por una espesa niebla. Por otro lado fotografía lugares afectados por un evento, como los efectos de un terremoto.

Incluso fotografías de lugares que a primera vista no tienen nada especial pero que denotan características de su pasado como puede ser una guerra o un campo de minas tras una parada de autobuses como parte integral del escenario, de su identidad.

También nos habla de la importancia del yo sobre la perspectiva de lo que nos rodea, especialmente en una colección que fotografía unos textos de grandes filósofos como Nietsche desde sus propias gafas. Aunque estas fotografías tienen una semiótica indisoluble de su valor artístico, es difícil verla sin asumir el contexto que nos propone.

Todos estos elementos tienen en común que son capaces de generar una identidad. Consigue poner en perspectiva los elementos de su historia para crear algo nuevo en base a algo que conocemos, creando la semiótica que se comentaba anteriormente y que es la base del arte, ese “je ne sais quoi” que ensalza unas obras sobre otras.

De la misma manera, utilizar esta técnica de cara a nuestro espacio vital puede ensalzar nuestro hogar. Es por eso que el diseño cobra tanta importancia al integrar tus experiencias e ideas. Puede ser una nueva forma de unir recuerdos y vivencias en un mismo término. En Materia te ayudamos a encontrar ese sueño que es el de crear tu hogar.